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Mas alla de los limites... 

En los escritos sobre arte, la palabra abstracción se utiliza con tanta frecuencia como ligereza.  Se aplica a casi toda obra que prescinde de la figuración;  es decir, de las formas que parten de objetos reconocidos: Un árbol, un muro, un lago, un ser humano.  Con el advenimiento de la fotografía se hizo evidente que también esos objetos son parte de la abstracción casi infinita que es la naturaleza. En la corteza de un árbol, en los musgos que se apoderan del muro, o en las ondas de un lago, podemos visualizar ricas abstracciones formales.

Sin embargo, Maria Iskakova  penetra otros mundos en sus pinturas de pequeño formato. Son mundos interiores e insólitos que toman como única referencia su reacción emocional frente a otra gran abstracción del mundo: El Alma Su fascinación por este arte la ha hecho indagar en las correlaciones existentes entre el mundo de los colores y el cromático. Entre estas disciplinas los términos son numerosos y paralelos: Color, tono, medio tono, intensidad, claroscuro, mediatintas.
 
En su San Petersburgo natal, ademas de su excelente formación como pintora y dibujante, Maria Iskakova recibió muy buena educación en la música y el canto. Sin embargo, lo que la ha llevado a desarrollar la habilidad de traducir visualmente sus impresiones auditivas es la emoción. Y el espectador puede ciertamente sentir el flujo energético, las armonías, en estas pequeñas pinturas que son como una reflexión intima, como una meditación profunda que nos conduce desde dentro de nosotros mismos o a explorar los confines.
 
Se diría que a través de estos ejercicios de meditación, Maria Iskakova va en pos de la iluminación, de la sabiduría que nos conecta con el universo, con el todo. Es por eso que al contemplar durante largo rato estas pequeñas pinturas, podemos llegar al punto de sentir las palpitaciones, las vibraciones, los ritmos y la respiración honda, con sus gratos vaivenes. Esto nos hace pensar en los mándalas, aquella iconografía ritual de la India, en la que todo parte de un centro interior y se expande como si se tratara de una explosión cromática cuya intención es alcanzar el circulo exterior.
 
Y así vemos estas pinturas expansivas, como ejercicios de meditación que tratan de canalizar el flujo de energías y elevar nuestro nivel de consciencia. Al igual que la música, sus imágenes son relajantes, mágicas,  y nos ayudan a concentrarnos en un solo punto con el propósito de eliminar tensiones y llegar al circulo sagrado donde la música se convierte en silencio, mas allá de los limites.
 

 

02.08.2009

Fernando Urena Rib

Miembro de AICA, la Asociación Internacional de Criticos de Arte

Colores del Alma 

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